miércoles, 7 de octubre de 2009

La carrera

Hasta que me "fundieron los plomos" (faltaban tres meses para cumplir los nueve años) siempre tuve una fuerte inclinación a integrarme en grupos de chicos cuatro o cinco años mayores que yo. Esto tiene sus ventajas y sus inconvenientes. Sin entrar en enumeraciones que no vienen al caso, un posible inconveniente sería el de convertirte en una especie de criado y objeto de chanzas por parte de ellos, y una ventaja (discutible) la de una motivación especial en todos los órdenes porque, en ocasiones, puede llevarte a una más que dolorosa frustración. No recuerdo cuántos chicos estábamos aquel día en el pilar (no precisamente en el de Zaragoza) sino en el principal abrevadero del pueblo, pero sí recuerdo algunos de los que estábamos y que yo era el más pequeño, por supuesto. Cuando quise darme cuenta, X y Z discutían, rodeados por todos los demás, sobre quién corría más de los dos sin decidirse a demostrarlo. Por fin, M, siempre muy responsable, estableció las condiciones , el recorrido, designó un par de jueces para controlar la carrera situándolos en dos puntos estratégicos del mismo, y se dispuso a dar la salida. Antes, girándose muy sonriente hacia mí, me dijo: -Tú corres mucho, chaval. ¡Échales una carrera! ¡A ver si les ganas! Envanecido, pero inconsciente de mis verdaderas posibilidades (ellos tenían once o doce años y yo siete) me preparé también. Al principio, corriendo a tope, pude seguirlos a muy poca distancia; pero, a medida que avanzaba la carrera, me fui retrasando cada vez más, a pesar de que me esforzaba al máximo. Cuando los perdí de vista (el recorrido no era en línea recta) reduje la marcha hasta que, al contrario de lo que sucede en cualquier carrera, los últimos metros los hice andando, cabizbajo y reteniendo a duras penas el torrente de lágrimas de vergüenza que amenazaba con desbordarse. Aunque prácticamente nadie reparó en mí, porque todo eran discusiones sobre si había ganado éste o el otro, o habían llegado a la par, el frustrante sentimiento de impotencia que experimenté, ha quedado para siempre escondido bajo una ligera capa de cenizas.

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