jueves, 27 de mayo de 2010

Recuerdos mayúsculos

  No puedo dejar pasar el mes de mayo sin escribir algunas apresuradas líneas en este blog que, por cierto, últimamente lo tengo dejado de la mano de Dios, que soy yo, claro. ¿Y por qué no puedo hacerlo? No precisamente porque tres de mis hermanos, dos de mis cuñadas y una sobrina nacieran en él, no, si no porque se me quedaron grabados hechos y paisajes vestidos de espléndidos colores y con perfumes de vida en flor, que certificaban su proverbial identidad: "Mayo Florido y Hermoso".

  Durante un buen puñado de años (los de escuela y colegios) fue mi mes preferido. ¡Qué olor a rosas en las capillas de los colegios! ¡Con qué entusiasmo cantábamos el "Venid y vamos todos..."! Qué agitación y nerviosismo ante los próximos exámenes! ¡Qué olor, color y sabor a vida por todas partes, incluido uno mismo!

  Recuerdo, por ejemplo, un curso en el que, precisamente, durante el mes de mayo la mesa del maestro estuvo adornada con ramilletes de campanitas, margaritas y zapatitos del Niño Jesús cuidadosamente colocados en vasos con su poquito de agua, dando a la escuela un color y olor nuevos que alegraban los habituales de la tiza, la tinta, el papel, lapiceros, gomas de borrar..., y que habíamos confeccionado después de una entretenida búsqueda bajo un alto y soleado cielo azul, por los verdes, olorosos y húmedos prados o cunetas de la carretera bordeada de gigantescos chopos vestidos de auténtica primavera.

  ¿Y qué decir de esas típicas postales del mes de mayo que son las primeras comuniones? Yo la hice un 28 de mayo, pero lejos de mis queridos pueblo y familia: cosas de la vida. Sin embargo, fueron un poco mías también la de mi hermana E, sobre todo con el vivo recuerdo de una foto en el mínimo jardín de la escuela de las chicas junto a tres o cuatro compañeras más luciendo sus espléndidos vestidos blancos, y la de mi hermano C. En este caso, porque en el verano del año en que hizo la comunión, memoricé el poema, que como era costumbre, tuvo que recitar al igual que otra niña que también la hizo con él. No tengo ni la menor idea de a quién pertenecen ni si se han colado errores, tanto en la puntuación como en la fidelidad al texto, pero no me resisto a transcribirlos a continuación, con la esperanza de que, gracias a ellos y a estas precipitadas líneas, algún posible lector dibuje en su mente paisajes de algún mayo perdido entre sus más preciados recuerdos.

 

  Poema recitado por C. A. V. en su Primera Comunión:

 

Cada nota que el viento murmura,

cada rayo de luz en el sol,

cada flor en la verde llanura

es un himno a la gloria de Dios.

 

Marineros que alzáis con orgullo

en la popa gentil pabellón,

de las olas el ronco murmullo

os proclama la gloria de Dios.

 

Labradores que al bosque sombrío

disputáis de la tierra el favor,

el rumor de las mieses de estío

os enseña la gloria de Dios.

 

Es el mundo una lira sublime

que modula en eterna canción.

Si suspira, si canta o si gime,

siempre, siempre la gloria de Dios.

 

 

  Poema recitado por M. J. F. R. en su Primera Cumunión

 

El primer ramo de flores

que a tus plantas deposito,

y en recompensa, Señora,

sólo dos cosas te pido:

la bendición de mis padres,

maestros y hermanitos

y un gramo de tu pureza

como tesoro divino.

¡Ah¡, se me olvidaba decirte

al oído un secretillo:

la más bella de las flores

guárdala para tu hijo...

quiero tenerlo contento:

¡somos tan buenos amigos¡...