sábado, 23 de enero de 2010

Que me traigan a mi hermana

  A la boda de mi madrina (nuestra vecina) fuimos la madre "muy embarazada" de ti, querida hermana P, el padre y yo. Debía ser el mes de septiembre u octubre pues esperaron a casarse una vez acabada la cosecha y, por otra parte, ahora mismito estoy viendo a la madre bajando de la iglesia (después de la ceremonia) gritando con otras mujeres "¡vivan los novios¡" con una barriga tremenda, a punto de reventar como quien dice, y tú, justamente, naciste un 25 de octubre.

  Yo, por decisión propia, fui a la boda el mismo día que se celebraba con M, hermano de la novia, andando de buena mañana (no olvides que se casó en otro pueblo que dista del nuestro unos 8 km.) y el padre y la-madre-y-tú lo hicisteis en el tren. Recuerdo que los tres regresamos al pueblo por la noche también en tren, mientras el padre lo haría andando al día siguiente. Pero, al irnos a dormir, ¡vaya, hombre¡, la llave que abría la puerta de acceso a las habitaciones, se la había quedado el padre.

  Deprisa y corriendo, entre todos preparamos unos lenzuelos y todo aquello que pudimos encontrar para tumbarnos y pasar la noche lo menos incómodamente posible. pero yo tuve suerte: al final dormí en casa de mi madrina con J, otro de sus hermanos, al tiempo que F, E, C, Á y vosotras dos lo hacíais casi en el puro suelo.

  Llegó el día de tu nacimiento. En tanto que en la habitación estabais vosotras, naturalmente, don Leopoldo y un par de mujeres del pueblo como auxiliares, yo merodeaba por la calzada de casa expectante (no me acuerdo si sólo o con alguien más. De pronto te oí llorar, y una gran alegría recorrió mi cuerpo. Poco tiempo después, alguien nos dijo que era una niña. Por cierto, viniste a este mundo un tanto cagona, pues yo creo que durante tu primer día te tuvieron que cambiar tres o cuatro veces.

  Nunca he sabido a ciencia cierta de qué estabas tan enferma cuando eras muy pequeñita (incluso creo que no te ibas sola), pero el caso es que sí sé que la situación fue crítica. Nos veo a todos una noche en la cocina, silenciosos y tristes, mientras la madre pasea contigo en brazos, diciendo: "Se nos va, se nos va se nos va". Alguien fue a buscar a casa de no sé quién unas cataplasmas o algo parecido, que te aplicaron –pienso ahora- en el pecho.

  Después de esa escena, lo único claro que hay en mi mente es que superaste, afortunadamente, esa complicada situación.

  Doy, ahora, un saltito en el tiempo y me sitúo en una clínica: esta vez el que estaba en peligro de emigrar era yo. Cuando en la lejanía alguna persona me preguntaba que qué quería (todos pretendían satisfacer mis más insignificantes deseos) solía decir: "Quiero que me traigan a mi hermana P, quiero que me traigan a mi hermana P"; cosa que solía repetir sin necesidad de que me interrogasen. Tal era el cariño que te tenía, te he tenido y te tengo, ¡sólo faltaba!

  Un poquito más adelante, tú y Á estuvisteis en dos casas de unos maravillosos primos, que, de verdad, os quisieron muchísimo, durante los meses que la madre estuvo conmigo en otra clínica. Fíjate si os quisieron y mimaron que, cuando al cabo de ellos, la madre volvió a casa y vosotros también, tú decías que la madre no era tu madre: te habías olvidado de ella prácticamente.

  Un año y pico después, recuerdo, también perfectamente, que cuando llegué al pueblo para pasar mis vacaciones de verano, acabado mi primer curso entero en un colegio de una lejana provincia, al bajar del tren con qué alegría y cariño caminamos hacia casa de la mano. La otra era para Á y C por turno.

  Y por último, quiero dejar aquí constancia de otro hecho, también complicado y que dio un tremendo susto a los de casa. Yo estaba interno en un colegio; por tanto, me enteré del acontecimiento por una carta, supongo que de la madre) pues me explicaba con todo lujo de detalles el suceso. ¿Te acuerdas tú? Fue cuando te frotaste los ojos con alguna pomada o sustancia y estuviste sin ver alguna que otra hora. Allí, en el jardín de la escuela, ;e decías a la maestra: "Me he quedado como mi hermano C" o algo parecido. Pues no. Otra vez superaste el difícil trance. Como otros tantos a lo largo de tu vida.

 

 

 

1 comentario:

saciliazabala dijo...

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