Herreros en la película Doctor Zhivago
Hoy, si alguien tiene ganas, tiempo y paciencia, le invito a leer un libro de más de 600 páginas y ver una película que supera las 3 horas de duración.
A buen seguro, todas y todos los que leáis estas líneas habréis oído hablar de la película titulada Doctor Zhivago. Pues bien, esta película está basada en la novela del mismo título, escrita en 1957 por Boris Pasternak (poeta, novelista y traductor ruso) nacido en 1890 y fallecido el año 1960
y que fuera galardonado con el Premio Nobel de literatura en 1958. La novela fue considerada anticomunista por el gobierno de la Unión Soviética, el cual, por tal motivo y con amenazas, le obligó a renunciar al citado premio.
La película, dirigida por David Lean, apareció en las carteleras en 1965. Había sido rodada en Finlandia y, principalmente, en España: Madrid, Soria, Salamanca y Granada; .
En Soria se rodaron prácticamente todos los exteriores, empleando para ello las líneas de ferrocarril que por entonces estaban en uso. Se rodaron escenas ferroviarias en los siguientes escenarios:
Estación de Soria-Cañuelo
Candilichera (Campo de Gómara)
Villaseca de Arciel (Campo de Gómara)
Navaleno (Pinar Grande)
Villar del Campo
Yanguas
Matamala de Almazán.
Salido de la gran fototeca del amigo Javier Pío, cierto día me llegó un fotograma de la famosa película que fue tomado en la clausurada línea férrea Santander - Mediterráneo. La imagen en concreto, con su bella puesta de sol, está localizada e inmortalizada en el trayecto Cidones -Abejar. ¿Qué maravilloso pueblo se encuentra en medio de dicho trayecto y que cuenta también con su estación de ferrocarril? Habéis acertado, sí, señor: Herreros! Desde entonces puede decirse, aunque sea por un simple fotograma, que es un pueblo de película.
Como, además y en segundo término, también está la fotografía de la estación, realizada en el verano de 1984, demos rienda a nuestra peliculera imaginación con más de realidad que ficción. Trasladémonos, ahora, a un día de verano de 1964. Sentadas frente al andén en esa especie de traviesa que une los dos ciruelos que hay en ella, cuatro o cinco personas esperan la llegada del tren que, si bien suele hacerlo con retraso, afortunadamente no es el famoso tren-correo de Galicia que solo llegó un día con puntualidad a Madrid porque se retrasó 24 horas. Una de las personas (seguramente la más impaciente) se levanta, se aproxima al andén, mira hacia la derecha y, después de observar unos segundos, anuncia:
-Ya viene. Ya asoma por la curva de Abejar.
Subimos, por fin, al tren que circula por esa inacabada línea Santander-Mediterráneo, cuyo primer viaje oficial data del día 25 de enero de 1929 y el último del 31 de diciembre de 1984. Al llegar a la estación de Soria- Cañuelo, la sorpresa de viajeras y viajeros es enorme: la habían vestido artificialmente de blanco, y es que el tiempo, a veces juega malas pasadas. Por lo visto aquel año se empeñó en no nevar. Y yo, ahora, me empeño en que sigamos haciendo trabajar a la imaginación. ¿Se acuerda alguien, de pequeñito, claro, aprovechando las horas en que no pasaba ningún tren, ver cuánto aguantaba caminando sobre uno de los raíles sin descarrilar? ¿Poner una moneda de cinco céntimos (perra chica) o en el colmo del despilfarro una de diez céntimos (perra gorda) en los raíles y ver cómo la dejaba el monstruo a su paso? O, ¿colocando una de esas pequeñas piedras calizas que había al lado de los raíles, comprobar que las ruedas del bicho la deshacían mejor que cualquier molino los granos de los cereales?
Ahora, de esa línea, convertida en Vía Verde, solo quedan los recuerdos y en ellos y en la imaginación, aquellos famosos rótulos modificados y actualizados:
Paso sin tren.
¡Ojo al guarda!
¡Atención al tren del progreso!
C. A. v.
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